En una sala baja y estrecha, el capataz de turno sentado en su mesa de trabajo y teniendo delante de sí un gran registro abierto, vigilaba la bajada de los obreros en aquella fría mañana de invierno. Por el hueco de la puerta se veía el ascensor aguardando su carga humana que, una vez completa, desaparecía con él, callada y rápida, por la húmeda abertura del pique.
Baldomero Lillo
lunes, 4 de octubre de 2010
jueves, 30 de septiembre de 2010
Un Partido Salvaje
Había una vez, allá, mirando asía el horizonte en un estadio cerrado, jugaban los seleccionados de la sierra y de los montes. Por un lado, el rinoceronte, el mono, el avestruz, un perro, un ñandú, además los cinco delanteros, un lagarto, el burro, un tero, un caballo y un tatú.
Por el otro lado estaba, la urraca, un elefante, un ciervo, siguiendo, un gato un cuervo y de centro iba la vaca, las cinco piezas que atacan, un gallo, una pantera, una tortuga, un loro que es una flecha y allá en la punta derecha han colocado a una chanchan overa.
Comienza el partido de esta tarde, toma la pelota el gallo que es un huevo de avestruz, este se la toca al ñandú, pero intercepta el caballo, y con una rapidez, este la tira a un costado al lagarto, como está bien colocado este grita “abran campo que las parto” pero tira desviado. En eso toma el huevo la chancha, que tira fuerte abajo, pero atento estaba el elefante que la tira al centro de la cancha.
En la galería se produce una avalancha y todo el mundo se alborota, la culpa es de la gaviota que le grita al entrenador “que sequen al tatú” claro si no agarra ninguna pelota. Viene un centro alto que lo tomas de boleo el perro, pero tiene miedo al fierro y se pasa a los ladridos, se detiene el juego, la hinchada esta que explota, el burro enfurecido y tirando patadas, le dio en la panza al caballo, quiso gritarlo el gallo, pero el juez no cobro nada.
Cuando se metía el pato, detiene la carga el loro para cobrarle faul al toro en la persona del gato, suena de nuevo el silbato viene el huevo de avestruz, salta el perro y el ñandú, y el mono con una piola tiene agarrado al tatú por si este quiere entraren el juego.
Se alma un lio en poco rato entre el caballo y la chancha, ya que esta lo engancha por detrás, el mono grita penal y el juez lo hecha de la cancha.
Ya se juegan los descuentos, este partido va cero a cero y ocurre un caso extraño, el perro se a puesto malo, teniendo la culpa el pica palo que se ha comido el travesaño. Esta gritando la chancha por la punta derecha, que si no le dan un pase se retira de la cancha. En ello entra un león enfurecido, todo el mundo enloquece y el estadio queda vacio y así termina el partido cero a cero.
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